domingo, 16 de noviembre de 2008

El ángel de karen

La hermosa y atractiva mujer entró en el edificio y subió por el ascensor, al salir de éste vio con alivio el pasillo desierto, con facilidad sacó de su cartera varios comprimidos e inmediatamente las pasó por su estrecha garganta ; con una mano que temblaba, tocó el timbre del departamento nº 5. Un hombre moreno, alto y bigoton, abrió la puerta y sin decir una palabra, la tomó de un brazo, cerrando la puerta rápidamente y la llevó a un dormitorio oscuro y tétrico, de paredes estrechas. Siempre en silencio.
Ella se sintió desfallecer cuando él empezó a quitarle la ropa y desnudarla, descubrió su blanca piel, unos senos perfectos y unas caderas… en medio de besos bruscos y a la vez apasionados que la dejaban confundida y sin aliento. La tiró rudamente sobre una cama vieja, dura y angosta. Pasados unos segundos se introdujo en su cuerpo y estuvieron unidos por la simultánea y concentrada búsqueda del placer.
Inesperadamente, con una bofetada, ella lo apartó enojada y con bastante ira le gritó:
¿Cómo te atreves a tratarme como si fuera una cualquiera?
Él la miró muy extrañado y le respondió diciendo:
- Pero mi amor, si tú planeaste este encuentro.
Ella con gran enfadó continuó gritando:
- Eso no te da ningún derecho a propasarte conmigo, ¿Qué te crees?
- No era mi intención- respondió él, muy acongojado.
-Eso es lo único que les interesa a ustedes, los hombres- diciendo ésto, ella se fue.
Karen era muy encantadora y más atrayente que hermosa. Talvez era por sus grandes y reilones ojos, o quizás por su carácter juguetón, o más bien por su esbelta figura que ella sabía como resaltarla. En realidad no era tan atractiva, tenía unos labios muy gruesos y carnosos, que no acompañaban a sus grandes ojos, ni hacia juego a su pequeña nariz y el pelo… que siempre lo tenía revuelto. A pesar de sus indiscutibles coqueteos, no se le conocían amoríos.
Ella, poseía gran pasión por los zapatos y no vacilaba al comprar uno en alguna tienda para aumentar su colección, los tenía de todo tipo y color: altos, bajos, abiertos, cerrados, finos o baratos, blancos, negros, verdes, dorados, rosados, rojos, etc.
Con sólo 20 años y sin ningún compromiso, trabajaba de secretaria en ECOBOL, Correos de Bolivia, tenía bastante dinero y una familia que le brindaba todo su apoyo.
Karen había tenido una educación esmeradísima, siempre estaba impecablemente vestida, con las medias y los zapatos sin una mancha, los largos y ondulados cabellos bien cepillados. En el colegio sobresalía por sus buenas calificaciones, pero nunca tuvo amigas, peor aún cortejos.
- Llegarás muy lejos, si aprendes a no confiar en los hombres, a ellos no hay que creerles nunca, sólo se quieren aprovechar de una. ¿Me entiendes?, más bien tú tienes que aprovecharte de ellos y sacar el mayor beneficio posible, ventaja, sin permitir que ninguno se ría de ti, más al contrario, ríete ú de ellos. Cuando alguien éste de ida hija mía, tú ya tienes que estar de vuelta, ¿Me comprendes, no? Pero si algún día decides casarte, hazlo con uno que tenga mucho dinero y sea de alta posición social, sin olvidar que ese hombre seguirá siendo tu enemigo. Todo lo que te digo es por tu bien créeme, estas muy joven para entender las cosas de la vida. El amor no existe, es un engaño una guerra donde los dos pierden, por eso no vale amar y luchar por alguien ¿Para qué? Para que te traten mal y al final te quedes sola. No hija mía eso no es para ti- constantemente le decía su madre cuando Karen apenas era una niña.

Al regresar a su casa, sacó de su repisa diversos comprimidos e inmediatamente las pasó por su garganta, asimismo con toscos movimientos se desnudó, tirando toda su ropa al piso, sin ningún orden; Se observó en su rectangular espejo, admiró sus grandes senos, sus caderas amplias y sus largas manos y piernas; se detuvo bastante tiempo pensando en sus labios, eran gruesos, muy carnosos…- ¿Cuántos labios haz besado?- se preguntó a sí misma.
Soltó el prendedor que sostenía su largo y pelirrojo cabello y contempló por cuestión de minutos, sus ondas largas y revueltas por los simultáneos movimientos que realizaba con su cuerpo.
Aunque hacia mucho frió, se acostó completamente desnuda y no tardó en desplomarse en un profundo sueño. Y esa noche como todas las noches, la figura de un encantador y esplendido Ángel se acostó a su lado. La acarició, beso cada rincón de su cuerpo, le murmuro dulces palabras al oído; todo esto la excitaba más y más. Cada noche y desde hace mucho tiempo… las caricias y los besos acrecentaban tornándose más atrevidos y excitantes.
El Ángel lucía más bello que nunca y parecía más osado que de costumbre; ella gemía de tanto placer e incluso le rogó - ¡Soy tuya, mi Ángel, tómame por favor! ¡Te deseo tanto!, se movía sensualmente, poseída de un gran deseo sexual.
Era domingo, estaba nublado, parecía que iba a llover, despertó en una cama extraña, con una tela que le hacía de ropa, se encontraba asustada, miró con ansiedad su reloj, eran las cuatro de la tarde, observó detenidamente el lugar en la cual se hallaba, nunca había estado allí. Prontamente ingresó una joven enfermera que vestía con un guardapolvo azul, tenía en la cabeza un gorro donde resaltaba una mancha blanca, ésta la miró con una agradable sonrisa al momento que dijo:
- ¿Cómo se siente usted?
- ¿Dónde estoy, qué es éste lugar?- Preguntó sin escuchar a la enfermera.
- Señorita, usted esta el centro psiquiátrico “San Juan de Dios”- respondió amablemente.
La sala era pequeña, apenas ingresaban dos camas, la otra era ocupada por una joven de 15 años o más; Había mucha luz en la habitación proveniente de varios tubos fluorescentes, no existía ventana alguna, peor aún cortinas, sólo una pequeña puerta…
-¿Porqué estoy aquí?- gritó - ¿Porqué?, ¡Quiero irme a mi casa!- continuó gritando con desesperación. Sólo un silencio escuchó. Nada respondieron a sus preguntas.
Entonces vinieron a su mente los recuerdos, todos aquellos inolvidables momentos que permaneció dormida, junto a su Ángel, la consumación de amor, por varias horas, durante muchas y muchas noches…
Después de mucho se volvió a preguntar:
-¿Porqué estoy aquí?- gritaba y gritaba, hasta que al fin, alguien ingresó a la habitación, eran dos hombres relativamente serios, muy altos y fornidos; Ella continuó preguntado desesperanzada y sin recibir respuesta alguna continuó escandalizando la habitación. Ambos hombres se miraron por cuestión de segundos, hasta que uno de ellos, el más fornido, la sostuvo con ambos brazos, ella puso resistencia, con la poca fuerza que le restaba, hasta que con un movimiento brusco, éste la tiró boca abajo sobre la cama, ese mismo instante el otro hombre le aplicó tres inyecciones, en distintas vertebras de la columna, quedándose ella muy tranquila y en brevísimos minutos, completamente dormida. Mientras que los hombres salían de la habitación bromeando de lo sucedido con esa mujer.
No se sabe cuanto tiempo durmió, una noche despertó, en el mismo lugar, se encontraba sola, completamente sola… Trato de recordar, la última noche en su casa, antes del encuentro en aquel departamento…
Tarareaba una canción del grupo “La quinta estación”, mientras se ponía sus botas negras de fino cuero. Se miró en el espejo: - ¡Karen sexi, sexi! – se dijo a sí misma, con una amplia sonrisa. Se dio vuelta y observó la corta minifalda que traía puesta, pensando en la reacción lujuriosa que causaría…
Sus recuerdos fueron interrumpidos, con un pensamiento que la asustó y se preguntó – ¡Mi ángel!, ¿Por qué esta noche no vino a buscarme? – no lo soportó, gritó y gritó, hasta perder la razón. En algún momento el buscado Ángel apareció y la enamoró; Karen extasiada, tocaba los pasajes más íntimos, del cuerpo de aquel maravilloso ser, no paraba de besarlo con sus carnosos labios, introduciéndose voluptuosamente poco a poco en él; todo fue bellísimo e incomparable.
Despertó contenta y gozosa quería volver con aquel ser, de qué manera lograrlo, no tenía idea… Como cada noche, sólo él, aparecía maravilloso y deslumbrante.
Cierto día a visitarla fue su madre, no la dejaron verla, una enfermera sólo le dio a conocer que estaba mal, muy mal; hasta que después de tanto esperar, un hombre alto, moreno y bigotón se acercó y seriamente le preguntó: ¿ Es usted la madre de Karen? .
- Sí- respondió la señora muy aturdida.
-La estaba esperando- manifestó el hombre hoscamente -Soy el Doctor Rojas y me temo informarla, el estado de su hija, pues ella sufre de psicosis-esquizofrénica, su característica es la pérdida del contacto con la realidad- y continuó diciendo -Padece de alteraciones en su pensamiento, alucinaciones, delirios, no tiene control sobre su conducta y su inteligencia se deteriora poco a poco. Señora su hija esta consiente de su trastorno, pero no pretende salir del mismo, no quiere ver a nadie y sólo pide unos narcóticos, las cuales dice que le han acompañado desde su adolescencia; Ella es feliz así, espera las noches para encontrarse con su Ángel. Ya no podemos hacer nada por ella, sólo le pido que no intente abandonarla en su estado, ya que le causaría mayor daño. Así que… cuando guste se la puede llevar a casa, pues el centro ya hizo lo suficiente por ella- Indicando ésto el hombre se alejó.

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